-Es la hora, Hijo mío, de que bajes a la Tierra.
Yo te envío para juzgar a los hombres –le dijo Dios a Jesús-
-Padre Mío, ¿Cómo sabré quiénes son los vivos y cuáles son los muertos,
si ninguno de ellos tiene alma?
-Lo sabrás por la disposición de los párpados.
-He mirado y me parece que son todos ciegos, Padre.
-Unge sus ojos con billetes de quinientos y devuélveles la vida.
Luego, llévalos al sitio más alto y enséñales a pescar.
-Cómo haré eso Padre Mío?
-Tú eres mi Hijo, el Amado: Tú eres el Pescador.
Entonces, Jesús lloró mucho y, tras meditar cinco días y cinco noches,
hizo grupos de cinco mil, tomó todos los billetes de quinientos, llenó las 77 cestas
y las arrojó por el acantilado.
Manuel Macho Cruz - (
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