…Cuando
llegó al decimoquinto planeta, de cuyo nombre no quiero acordarme, el Princesito, viendo que la mitad de sus
habitantes estaban en la escuela o en el paro y que la otra mitad, maleantes y
políticos deambulaban por las calles en busca de una presa fácil, escondió con
disimulo la cartera, lanzó una moneda calle abajo y, acto seguido, se alejó
velozmente en dirección contraria, en busca de algún quijote perdido o un buen
dibujante de corderos…
M.M.C.