…Ese
día, por sorpresa y sin que viniera a cuento, aquél puñado de políticos decidió
saltarse las normas y ser honrados hasta
la puesta de sol.
Los pobres
del pueblo creyeron que se había vuelto locos.
Los
ciudadanos ricos no salían de su asombro.
¿A
quién beneficiaría semejante decisión?–intentaban
adivinar unos y otros-
Para
algunos, la única ventaja es que se ahorraban las comisiones…
Pero… ¿qué pasaba con los acuerdos verbales? –quiso saber la mayoría-
¿Y
las subvenciones apalabradas?
–se preguntaba
el resto-
Cuando
los mandatarios vieron que habían metido la pata, quisieron volver a pisar
terreno firme, salieron al balcón y rectificaron a tiempo diciendo que se trataba
de una broma. Entonces, todo el mundo respiró aliviado y pudo disfrutar de una
bella puesta de sol…
M.M.C.