jueves, 27 de noviembre de 2014

martes, 25 de noviembre de 2014

NANA PARA LOS PADRES



Cualquier consejo tomaré
que sepas darme,
pero si quieres bien educarme,
no me des cosas
que puedan quitarme.
No me regales coche ni yate
para retenerme y contentarme.
Enséñame a nadar primero
antes de marcharme,
porque un día me hundiré
y no tendré…
una mano donde agarrarme.
No te ahorres los cuentos
ni me robes los sueños.
Ayúdame a dormir lo justo
y despertar a tiempo.
No me bajes una estrella
para alumbrar mi habitación oscura,
ni me traigas la luna:
Déjame que yo vaya
o, dibújame una ventana. 

M.M.C.

martes, 11 de noviembre de 2014

LA TORMENTA



Como cada día, prepotente y confiado, el sol salió, dispuesto a presentar batalla.
Pero ese jueves, aquellas  inocentes y sumisas nubecillas no se dejaron traspasar. Aliadas, se habían convertido en un negro y denso nubarrón. El tráfico de mariposas era un caos.
Ellas, las encargadas de dar la voz de alarma a los seres vivos, andaban tan desorientadas que cuando no chocaban entre sí, eran atraídas por una fuerza misteriosa y desviadas de su ruta.
El ladrido de los perros, el berreo de las cabras y el canto de los gallos a deshoras hizo que muchos se volvieran locos y que cada uno decidiera esconderse en dos sitios diferentes a la  vez, con la idea de  tener más posibilidades de sobrevivir. Como en un hormiguero, iban y venían los  víveres entre la ciudad y la montaña. Muchos vendieron sus casas y sus cosas y  otros compraron los bártulos del vecino a mitad de precio. Hubo quien cambió una botella de leche por dos litros de vino y quien cambió la vaca por un lagar. Los que no tenían miedo a contagiarse, se besaron. Los que no tenían miedo de besarse ya estaban contagiados. Otros no quisieron ni siquiera despedirse, creyendo que volverían por la tarde.
Mientras los  niños seguían jugando con lo que tenían, los padres se empeñaban en  pelear por lo que no tenían. Casi todos los curas suspendieron la misa y pusieron a buen recaudo el canasto de las limosnas. También los ricos perdieron la memoria.
Sabían cuánto dinero tenían, pero no recordaban dónde lo habían escondido ni a quien lo habían confiado,  porque habían perdido la llave y las contraseñas. Los pobres no perdieron nada y eso  no era justo, pero es que  no tenían ni memoria. Las prostitutas, compadecidas, ofrecían sus servicios gratis a hombres desesperados. Los desesperados se multiplicaron como por arte de magia. Hasta que se fueron ellas. Un anciano, con el Padrenuestro a medio rezar se tiró por la ventana en ayunas y como nadie lo entendió, creyeron que se le había ido la cabeza. Los políticos, arrepentidos se volvieron buenas personas y ofrecieron la mitad del contenido del maletín perdido  a quien diera pistas de su paradero. Pero muchos prefirieron ser héroes anónimos y se quedaron con el maletín sin revelar quién era el propietario ni dónde lo habían encontrado.
Los banqueros cancelaron  los préstamos que tenían sobre la mesa y se dedicaron preferentemente a cobrar los impagos atrasados y a cuadrar las cuentas. Mientras un gato moría atropellado en el paso cebra, cinco polluelos desperdigados por la calle, buscaban a su madre bajo la gran carrera de sandalias.

Lo siguiente que recuerdo es que muchos años después, cuando  volví a nacer y me preguntaron por los detalles y el origen del desastre, Dios había cambiado todo el decorado y me fue imposible señalar el lugar exacto.

M.M.C.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

JÓVENES


¡Oh jóvenes!
Nosotros, que os lo dimos todo,
¡cómo pudimos
dejaros sin nada,
desarmados y perdidos
en un mundo ridículo y vacío!
Solos estáis.
Y tendréis que aprender a sobrevivir
en este gran circo de crisis y corrupción.
Nosotros, que os tapamos los ojos
para protegeros el corazón,
nosotros, que os convertimos
en muñecos sin saberlo,
hoy necesitamos hombres grandes
que se quiten la venda
y sepan encontrar la salida.
A nosotros nos tocó ser payasos.
A vosotros os toca ser los héroes.

M.M.C.

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA PRINCESA DORMIDA



Cualquier día de la semana
puedo hablarte de mí
hasta aburrirte.
Y puedo guardar silencio
hasta aburrirte.
En cualquier momento
puedo volver a la carga
y contarte historias repetidas
de mis amigos o de fútbol,
hasta aburrirte.
Cualquier noche es buena para
para inventarme el cuento de Pinocho
u otra nana tonta
para dormirte.
De vez en cuando…
yo podría despertar
y escucharte cuando callas,
o, sencillamente,
oír la música de tus ojos
y deleitarme
sin que otra cosa me distraiga o me moleste.
De vez en cuando…
podría transformarme
en un  príncipe interesante
y ocupar el territorio de tus sueños
o, simplemente,
convertirme en un hombre nuevo
y concederte
el derecho a la resurrección.

m.m.c.