En
cuanto terminó de correrse,
se deshizo del condón,
se quitó la bufanda y los
calcetines,
se dejó caer en la cama
para
relajarse de cara a la pared…,
y ni siquiera se molestó en besarla.
Cuentan que una mañana, cuando ella bajó a la
panadería, un desconocido rematadamente loco
la abordó y la besó por sorpresa.
Cuando reaccionó, vio que aquel tipo iba en camiseta, llevaba chanclas y
había
venido en moto.
Eso fue un día antes de que su marido
anunciara la
desaparición.
-
Y dígame: ¿Se fijó en la matrícula de la moto?
-preguntó la joven detective al
panadero-
m.m.c.