Cuando
los jóvenes despertaron, se dieron cuenta de que su país se había convertido en
una viña llena de lazarillos. Entonces pensaron que había llegado el momento de
hacerse oír e inventaron el bolígrafo martillo para escribir fuerte y recuperar
el poder de su palabra. Pero los viejos zorros,
esos que siempre habían estado sordos, empezaron a ponerse nerviosos y a
quejarse del alboroto y, reunidos, decidieron
frenarles improvisando un proyecto de ley anti ruido.
Lo
que no sabían es que esta vez no lidiarían con unos padres que se habían
quedado sin recursos, ni con unos abuelos que habían perdido sus ahorros, sino
con una nueva generación hambrienta, tan necesitada de justicia y tan cabreada, que no les permitirían instaurarla con éxito.
25-05-14 - M.M.C.