Hacía
mucho tiempo que era de noche.
Manuel
palpó las rosas, aspiró las flores, pensó en los regalos que la vida le
ofrecía, recordó las cosas buenas y la gente que le rodeaba y, por primera vez,
atrapado en medio de una dulce luz extraña, soltó el bastón y dio gracias a
Dios por no haber nacido ciego.
m.m.c.