El
candidato "Saratustra", seguro de sí mismo, acompañado de "Zancho", su hombre de
confianza, y de su equipo de gobierno, firmemente convencido dio un paso adelante y dijo:
Yo
no puedo hacer todo lo que prometen mis adversarios porque soy nuevo y no
conozco el truco. No sé cuánto dinero hay que tener para ser de derechas, ni
cuánto hay que deber para militar en la izquierda, ni cuál es el momento idóneo
para cambiar de bando. Conozco ricos que me ayudaron cuando necesité ayuda y a
pobres que, teniendo más que yo, me
engañaron y me dejaron solo. Unos y
otros me pusieron la zancadilla cuando me vieron avanzar y me envidiaron cuando
fui feliz.
No
traigo un mensaje para ricos ni para pobres, ni para los ciudadanos de derechas
o de izquierdas, sino para toda la buena gente que tiene hambre y sed de
justicia.
No
puedo prometeros que crearé cinco millones de puestos de trabajo
en
tres meses, porque es imposible. No puedo garantizaros que ningún miembro de mi
partido meterá las manos en las arcas, porque ni yo mismo me lo creo.
No
puedo prometer que bajaré los impuestos, porque es mentira.
Pero
sí puedo intentar crear cinco millones de salarios mínimos reduciendo otros cinco
millones de salarios máximos, porque ese es mi compromiso.
Puedo
prometer que ningún funcionario abandonará su puesto de trabajo durante la
jornada laboral y que cesaré a quien no esté capacitado para desempeñar el
trabajo asignado. Puedo prometer que los empleados y funcionarios públicos estarán
titulados y no podrán ser primos ni
cuñados entre sí.
Y
si de un libro anunciado en una cadena “X”
de televisión se venden tres millones de ejemplares en dos semanas, su autor
está obligado a aprender a leer, sea quien sea el que lo firme y a donar el 20
por ciento del beneficio a las escuelas.
Si
yo gobierno, os prometo que todo aquel
que no tenga nada que llevarse a la boca, tendrá derecho a robar un máximo de
tres gallinas a cualquier granjero. Pero
si un granjero rechoncho se encuentra la cartera de un rico y se la queda, se
le cortará una mano. Y si ya estuviere manco de las dos, se le cortará la
cabeza colocándole entre dos aspas de molino. Y si un rico se acuesta con la
mujer del granjero a cambio de un plato lentejas para su hijo, será colgado de
los huevos y precintada su boca con billetes de 50.
Pondré
el libro de cuentas públicas al alcance de cualquier persona honrada.
Solo
puedo prometeros, y lo firmo ante notario, que si en seis meses España no
mejora, dimitiré, renunciaré a la paga vitalicia que pudiera corresponder y
responderé con mi patrimonio por los perjuicios ocasionados al pueblo que
depositó en mí su confianza.
Si
no cumplo, podéis colgarme de los huevos y hacerme tragar todos los billetes
que costaron las carreteras que no construí. Ahora, que habéis oído todos los
cuentos, ya tenéis claro a quien debéis de votar. Y si después de reflexionar
os equivocáis, dadle a deshacer o a eliminar, pero no guardéis los cambios.
Cuando
hubo terminado, tras un largo y sepulcral silencio, su amigo “Zancho” el
sevillano y su séquito, sorprendidos,
dieron un paso hacia atrás.
M.M.C.