viernes, 23 de mayo de 2014

ENCIMERA CONYUGAL


Al amanecer, mientras él se ajustaba la pajarita y se colocaba una tirita en el cuello,  ella se incorporó de la cama,  emitiendo  ese bostezo dulce e  inconfundible de mujer recién follada. Después se miró al espejo y suspiró feliz y relajada.  Nunca había reparado en lo bellas que resultaban las ojeras después de hacer el amor durante toda la noche, sin prisas y sin descanso. 
Luego, bajó a la cocina y preparó dos zumos de naranja, pues él tenía que trabajar a las ocho.
Cuando al despedirse,  ella rozó sin querer sus genitales, notó que había vuelto a tener otra erección.
Instintivamente miró el reloj.  Arriba, su marido seguía leyendo…
Sin perder tiempo, dejó caer la bata y de un manotazo apartó todos los trastos de la encimera,  descorchó el bote de miel,  le desabrochó el chaleco, cerró los ojos y se dejó llevar,  sin plantearse si aquél  lecho de granito, todavía en garantía,  había sido construido a prueba de un improvisado polvo exprés con previsión de resultado multiorgásmico.
Cuando terminara… no le entretendría más…  ni le molestaría…    
-se prometió a sí misma-  mientras le durara la resaca del placer. 

23-05-2014