Queridos
alumnos:
Hoy
es nuestro primer día de clase. Supongo que estáis aquí porque queréis
aprender.
No
hace falta deciros que, en los tiempos que corren, debéis estudiar mucho si
aspiráis a encontrar mañana un buen empleo o, al menos, debéis estudiar lo
suficiente como para manejar el arte de convertir en poesía la pesada carga de
cualquier trabajo que os asignen.
Aquéllos
que no deseen estudiar, están en su derecho de perder el tiempo y, posiblemente
podrán vivir del cuento mientras que les dejen. Perro cuando salgáis a pedir
trabajo, no esperéis que al primer intento, el señorito quite el viejo mulo de
su yunta para probaros a vosotros. Las oportunidades serán pocas si no tenéis
nada que ofrecer.
Si
vosotros os conformáis con poco, yo no puedo hacer mucho por vosotros.
Bien.
Como veo que muchos están impacientes, no quiero haceros perder el tiempo, ni deseo
perder el mío. Así que, aquí termino este breve discurso de presentación, y
ahora vamos a empezar clase. Los que quieran aprender pueden
quedarse. Los que no estén interesados pueden incorporarse a la cola de
salida, regresar a su hábitat y
continuar haciendo lo que sepan y les venga en gana.
Trabajad
ahora y os alegraréis. Holgad hoy y lo lamentaréis mañana.
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