Cualquier
día de la semana
puedo
hablarte de mí
hasta
aburrirte.
Y
puedo guardar silencio
hasta
aburrirte.
En
cualquier momento
puedo
volver a la carga
y
contarte historias repetidas
de
mis amigos o de fútbol,
hasta
aburrirte.
Cualquier
noche es buena para
para
inventarme el cuento de Pinocho
u
otra nana tonta
para
dormirte.
De
vez en cuando…
yo
podría despertar
y
escucharte cuando callas,
o,
sencillamente,
oír
la música de tus ojos
y
deleitarme
sin
que otra cosa me distraiga o me moleste.
De
vez en cuando…
podría
transformarme
en
un príncipe interesante
y
ocupar el territorio de tus sueños
o,
simplemente,
convertirme
en un hombre nuevo
y
concederte
el
derecho a la resurrección.
m.m.c.
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