Como
el señor de la ventanilla que debía atenderme estaba desayunando y,
teniendo
otras cosas que hacer, para no perder la
mañana, quise mientras tanto,
arreglar con Dios otros asuntos urgentes
relacionados con extirpación de la estupidez humana y aprovechar así el tiempo
matando dos pájaros de un tiro. Pero al llegar a su puerta,
me encontré colgado
el clásico cartel de enseguida vuelvo: Estoy en la galaxia de la esquina. Tardo
diez milenios.
M.M.C.
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