Había llegado demasiado tarde.
Cuando tendió los ojos, quedó horrorizado.
Durante su ausencia, a la ciudad le habían temblado los
cimientos
y había caído desmayada.
Cuando sacaron a sus madres de los escombros
alguien había partido a los niños
y los monstruos se estaban repartiendo sus mitades.
Salomón perdió una lágrima por el borde de la mascarilla.
M.M.C.
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