Aunque ya había desaparecido el estrés y el dolor de huesos
y se había acostumbrado al olor de los cipreses,
la misma noche que empezaron a taladrarle los gusanos
se empeñó en volver. Tenía 56 mensajes sin leer y,
aunque podía disfrutar de tarifa plana indefinida,
había olvidado el cargador del móvil.
m.m.c.
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