En
una esquina de la barra,
tratando de ocultar una lágrima,
el
hombre del pijama intentaba recordar
quién
era y dónde estaba su casa.
Cuando
terminó de tomar el café
pagó
otra vez y se fue sin guardar la vuelta.
Nadie
le había advertido de que el camarero…
tenía alzheimer.
m.m.c.
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