(Microcuento)
Cuando
los hombres le dijeron que ya estaban cansados de sentirse siempre vigilados y
le recordaron que tenían derecho a la intimidad,
Él presentó su dimisión.
Entonces,
ellos buscaron un sustituto y le dieron instrucciones precisas que debería
seguir a lo largo de su reinado.
Junto
a los manuales entregados iban también los planos de situación de los países
pobres, donde tendría que repartir equitativamente el hambre entre todos los
habitantes circunscritos.
Además,
tendría que esforzarse y establecer fronteras en un tiempo récord para que no
entraran más hambrientos a una zona ya saturada…
Si
quería conservar el puesto, ya se le ocurriría algo para frenar la oleada de invasores…
Por
algo le habían nombrado Dios…
m.m.c.
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