martes, 2 de julio de 2013

CUENTOS DE JUAMPEROLAS (o iniciación a la locura)



Todo empezó la noche en que soñé con raspas de sardinas.
Nadie se habría dado cuenta de que yo era un gato, a no ser porque cuando desperté,
ya estaba el psicólogo analizando la huella de mis arañazos.
Y se dictaminó que las cicatrices de las heridas eran más largas que las tiritas.
Me pusieron en la mesa el elaborado informe de locura
y yo, que no encontré labios suficientes
donde acoplar todos los besos generados en una noche de ternura,
firmé lo convenido, cogí las pastillas,  guardé el sobre y todos comieron perdices.
Perderéis el tiempo si queréis saber el resto de la historia.

Por mucho que os esforcéis, no podréis seguir el rastro de un hombre sin memoria.

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