El hombre, por naturaleza, es agresivo con el entorno que
le rodea.
Si entras en su casa verás que no recicla.
Desecha la maquinilla después del afeitado, estrena una tirita
en cada herida y
tira la botella o la bolsa al primer uso. Usa una palabra
distinta para cada in insulto (ellos lo
llaman creatividad) y, en una noche, son
capaces de perder a su familia y tirarlo todo por la borda. Ni los más pacíficos sienten remordimientos por la gran
cantidad de basura que generan. Incluso los más hogareños son unos derrochones
que se permiten el lujo de utilizar un condón nuevo cada vez que follan.
Sin embargo, no todo está perdido, pues he descubierto algo sorprendente y es que,
cuando salen a la calle, se transforman y se convierten
en seres educados y respetuosos con el medio ambiente, hasta el punto de
que, cuando tienen que ausentarse por
viaje de negocios, todos coinciden en
un detalle:
Reutilizan la misma puta.
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