Si
el gallo canta,
córtale
la cresta.
y
si se levanta,
písale
la testa.
Si
no se espanta
o
si revive,
un
revés en la garganta
y
otro palo que lo gibe.
Y
si no se muere
ni
tira la toalla,
si
aún sobreviviere
y
no se asusta ni se calla
y
en pie siguiere
sin
querer rendirse,
ya
has perdido la batalla:
Déjale
cantar y definirse
y
cuando quiera irse…
devuélvele
su orgullo y que se vaya.
M.M.C.
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